domingo, 28 de noviembre de 2010

 Primer objetivo

Había llegado la tan esperada y adorada venganza, Vendetta se abrió paso entre la enloquecida multitud de gente que esperaba para salir a la fría noche a las puertas de un garito de mala muerte dónde cada sábado se celebraban los mismos rituales sexuales de gente danzando hébria y perdiéndose en caricias desconocidas. Su primer objetivo, una bella mujer joven que parecía ir desorientada por las copas que la había visto tomarse de más, caminaba haciendo eses a pasos de tortuga. Pero a Vendetta le gustaba observar un día antes a su víctima y después sacrificarla, era la redención del condenado antes de aspirar su último soplo de aire. Siguió a la chica hasta su casa, que a duras penas pudo abrir el portal y entrar. La pequeña asesina pudo observar  desde un portal oscuro como desde la ventana se vislumbraba a la esbelta silueta quitándose perezosamente la ropa y apagaba la luz lanzándose ferozmente a la cama.
Al día siguiente se despertó del portal la pequeña, para ver como en ese justo momento salía su presa del  departamento, posiblemente fuera a comprar el pan, o verse con alguno de sus habituales amantes.Era su momento, Vendetta aprovechó e hizo uso de sus ganzúas para forzar la puerta de la calle y posteriormente la del piso de la víctima , dónde otras veces habían tomado el té juntas. Su piso no había cambiado, seguía teniendo el malgusto de antaño para decorar su espacio vital, decidió que la esperaría en su cuarto detrás de la puerta. 
En su espera sacó de su estuche duro Pelican su escopeta: una Remington 40-XS táctica. Pesaba mucho la muy jodida, siete kilos, pero a cambio ofrecía una precisión superior a 75 MOA.Llevaba tiempo sin disparar con ella, desde que se la obsequió su abuelo como regalo de cumpleaños. Sin embargo ya estaba limpia, engrasada y lista.
Oyó unos pasos en las escaleras que daban al piso, su querida amiga volvía para entrar en sus pertenencias, Vendetta sintió un hormigueo de nerviosismo que canalizó agarrando bien su arma y sintiéndo el frío del metal en sus manos de marfil. La chica dejó las llaves en la entrada y se dispuso a entrar en su dormitorio cuando vío a su izquierda una silueta que de pronto reconoció:
-Pero qué coño..?
Como respuesta la acechadora dejó entrever una sonrisa burlona en la comisura de sus gruesos labios, levantó el arma y dos tremendas explosiones acompañaron la detonación casi simultánea de los cañones. La víctima salió despedida hacia atrás y se estampó ruidosamente en la pared del fondo. Se derrumbó en el suelo, bajo una lluvia de fotos enmarcadas y adornos que caían de pequeños estantes de madera.
Su primer objetivo había caído.

 Dónde se esconde el amor?


Laverne salió de su casa corriendo dejando atrás su pasado, sus recuerdos, toda la amargura que envolvían sus días y los de su familia, para así perderse en la nada, paso tras paso, llegando a una enorme mansión que le llamaba especialmente la atención. Aquel misterioso hogar se alzaba amenazante a los ojos de los curiosos que pasaran por allí. Estaba alejado de todas las gentes del pueblo. Con curiosidad Laverne decidida y envuelta por una sensación un tanto extraña pero atrayente cargada del viejo romanticismo, decidió traspasar las verjas. Aquella mansión parecía dehabitada hacía muchos años ya, y un entorno fantasmal parecia observarla detrás de todos los objetos antiguos que allí decoraban la misteriosa vivienda.Para su repentina sorpresa, aparecieron de los reflejos de los cuadros y espejos, tres viejas mujeres observandola y envolviendola en un engañoso juego de palabras que sólo creó desconfianza en la pequeña.Las voces sigilosas y fantasmales que parecían perderse por los pasillos hicieron detener su exploración..



-Ven..ven..pequeña, guardo los mejores juguetes que jamás hayas podido tocar con tus delicadas manos, si vienes conmigo podrás disfrutar cada día de uno diferente, si es más,y lo prefieres de dos o tres!..-le dijo una de las ancianas a Laverne.



-Ven..ven pequeño duendecillo, aqui poseo todo el dinero del mundo! con el que podrás comprar todas las cosas que quieras e incluso el mundo entero si así lo deseas!..-Le dijo la segunda anciana con un semblante malévolo.



-Ven, ven..chiquilla! aquí podrás disfrutar de toda la comida del mundo, podrás comer cada día hasta rebentar y te prometo que no te cebarás nunca!-Le dijo la tercera anciana.



-No!, - contestó Laverne- yo no busco juguetes, ni dinero, ni comida, ni todo lo material que podais ofrecerme, yo..busco algo especial..busco el amor, qué es el amor? dónde está?..quién lo esconde?



Las tres ancianas parecieron perturbarse mirandose de reojo en los reflejos y observando luego a la pequeña con mirada amenazante.



-Pequeña..lo que tu buscas, hace años dejó de existir, nadie posee ya amor porque sus corazones están corrompidos, nadie puede crear amor porque no saben el significado de tal palabra, todo es una bonita ilusión, pero sólo quedan las cenizas de lo que un día fué y dejó de ser..no busques más pequeña, no lo encontrarás en ningun lugar, y ahora dime pequeña, quieres alguno de nuestros ofrecimientos?-contestó una de las ancianas.



Laverne dejó caer una cálida lágrima de sus azulados ojos y salió corriendo de la mansión volviendo a dejar sus esperanzas, sus ilusiones, no encontraría nunca lo que buscaba pero quedaba un sitio donde aún no se habia extinguido la pequeña esperanza del amor, en su própio corazón.


 Nostálgia

Hacía frío y llovía en una de muchas noches por Barcelona, pero ,para Laverne esa noche era especial. Se dirigía al encuentro de un misterioso y curioso chico el cual le inspiraba cierta confianza y ternura, sentía miedo puesto que jamás le había pasado tal cosa con nadie antes y su corazón convivía con la desesperación y la melacolía de cada día, aquello le atraía a conocer más, a seguir el camino aunque en vano fuera. Cuando dobló la esquina se encontró con unas botas que le resultaban familiares y dirigiendo la mirada hacia arriba encontró el chico enfundado en una larga gabardina de cuero negra, su aspecto era joven y atractivo,y sus ojos parecían perderse en una tristeza reprimida. Esperaba bajo un paraguas negro que parecía resistir bien la furiosa lluvia que caía como lágrimas del cielo, ella le cogío del brazo y caminaron juntos por las calles de la gran Barcelona. Se respiraban perfumes de gente que pasaba y se perdía en la oscuridad de la noche y un viento cargado de humedad inspiraban la melancólica mente de la pequeña. Cada minuto de aquellos días era saboreado con ánsia y tristeza por saber que se iban consumiendo para no volver más, sólo en la mente de la pequeña serían recordados tal y como merecían ser recordados.La última noche, Laverne recuerda estrechar sus suaves y grandes manos entre las suyas y prometerle que jamás le olvidaría, lo vío marchar escaleras abajo mientras un manto de vacío le absorbía el alma, de pronto las cosas ya no tenían el mismo color vivaracho y alegre de antes, tal vez nada hubiera cambiado, sólo dentro de ella, su corazón se volvía a romper por dentro. Pasaban los días, los meses, pero ella seguía recórdandole como algo que no podía ser de su alcanze , sólamente en sueños, y benditos éstos que al menos podían complacerla. A día de hoy sigue sonando una bella canción cargada de nostálgia, At night, mientras pasa sus fotos lentamente en la oscuridad de la noche..

Le garçon de la triste masque


Eran las doce ya pasadas, cuando la pequeña se adentró en un sinuoso laberinto el cual daba a parar a un majestuoso castillo que se alzaba imperioso ante sus azulados ojos creando un brillo de curiosidad en ella. Parecía estar lleno de personas que vestían largas capas negras y costosos vestidos de época, usaban máscaras para ocultar sus rostros lo cuál le daba un toque lúgubre y misterioso a la fiesta. Laverne no iba vestida para la ocasión, su indumentaria constituía un sencillo vestido negro rasgado por los años, unas agraciadas botas negras que su madre le regaló cuando cumplió los 20 años, unas medias a rayas y por último un amuleto que su padre le dío en promesa de que siempre estaría con ella fuera donde fuera, sólo debía apretarlo cuando más se apoderase de ella la soledad y tristeza. Con paso erguido y decidido entró en la sala pasando desapercibída extrañamente, por los que allí danzaban y canturreaban felices. Todos parecían curiosamente alegres, menos uno, era un chico alto, de pelo largo, vestía una larga gabardina negra, y parecía llebar un traje de época comparable a los del siglo XIX . Se ocultaba tras una triste máscara blanca y negra. La chica se acercó con paso vacilante hacia él, algo en él la llamaba , atraía sus pasos..cuando estubo a su lado no pudo parar de observar unos ojos ocultos que parecían marrones y muy tristes, tanto, que ella tubo la sensación de que el corazón se le partía en dos. Él observaba a la pequeña con especial atención y curiosidad, parecía que no estubiera acostumbrado a que las personas mostrasen atención por él. Laverne atraída por algo más que el ambiente extraño de la fiesta, agarró su mano y la apretó con fuerza, para su sorpresa, éste le devolvió el gesto acercandose de golpe y sumergiéndola en un fuerte abrazo que consiguió ponerle los pelos de punta. Quién era aquel chico? Porqué parecía tan triste? y aún más, porqué se mostraba tan humilde con ella?Tan afectivo era aquel abrazo que sintió que no quería desprenderse de él nunca más, llegó a sentir la extraña emoción de que le necesitaba, nadie parecía percatarse de aquella escena, todo era muy extraño.De un sobresalto Laverne despertó de lo que parecía ser un sueño y se encontró rodeada de maleza y flores de campo, por lo visto había vuelto a quedarse dormida al atardecer y su fiel compañero, un alegre ratón que correteaba enzima de su pecho parecía pedir mimos de nuevo. Otra vez se había repetido un sueño más, dónde aparecía ese muchacho, tal vez fuera alguien importante en su otra vida o quizás en su futuro..